28/03/2024

Tú y yo somos tierra

Tú y yo somos tierra, 1661. Ese es el texto que figura en una hermosa pieza de cerámica que se encontró en una alcantarilla londinense:

You and I are Earth, 1661. Museum of London. 

Se trata de uno de los objetos más hermosos que conozco. No solo por el profundo significado de las palabras que lo adornan. Y no solo por su preciosa caligrafía, trazada sobre una pieza de arcilla (precisamente) de Delft. También porque no puedo evitar imaginar a su anónimo artista, a quién tendría en mente. Quién serías tú, quién era yo.

Y por el hecho profundamente poético de que apareciera, precisamente, en una alcantarilla.

Y por el año. Porque apareció en una alcantarilla, pero antes hubo de pasar, como mínimo, por las dos tragedias sucesivas que habrían de golpear a Londres en ese siglo: la gran peste de 1665-1666, y el incendio de 1666.

¿Se perdería entonces en esa oscura alcantarilla? ¿O habría aún de estar más siglos dando vueltas, a la luz del día? ¿Se convertirían el o el yo en tierra antes de lo previsto, y estuvo unos años sirviendo de amargo recordatorio de un tiempo pasado y feliz?

¿Miraría el artista a ese plato como a una profecía ominosa, algo que jamas debió haber escrito? ¿Y fue esa la causa de que acabara en un pozo negro? ¿O quedó como mudo testigo de la muerte de todos los habitantes de un hogar, junto con el resto de muebles y enseres, y quedó finalmente sepultada por la mugre de los siglos?

¿O quizá fue simplemente una herencia no valorada, un trasto más, una cascarria?

Tú y yo somos tierra, o tú y yo somos la Tierra. Ambas traducciones me parecen ahora posibles, aunque quizá no lo sean. Y no acabo de concluir qué es más poético, más profundo.

Somos seres terrenales. Somos tierra. Somos la Tierra. Nada más, pero nada menos.

Carpe diem.

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